POR: Camila Loew
Los pueblos indígenas utilizaban los hongos por sus cualidades mentales durante miles de años, pero no fue hasta mediados de la década de 1950 cuando se escuchó hablar sobre esto en Occidente. Sucedió cuando Robert Gordon, un aficionado a la micología, tomó muestras de hongos en México y publicó un extenso artículo en la revista Life acerca de su experiencia. Según Michael Pollan, aunque por aquel entonces no éramos conscientes, el artículo de Gordon supuso un hecho revolucionario en nuestra cultura, pues coincide con los descubrimientos científicos sobre las funciones de los neurotransmisores en el cerebro.
No fue hasta cuatro décadas más tarde cuando una nueva generación de científicos decidió volver a explorar los poderes de los hongos mágicos, con el fin de investigar su potencial para curar enfermedades mentales, como la ansiedad, la depresión y la adicción. Por aquel entonces, también se llevaron a cabo nuevos métodos para observar el cerebro, con la esperanza de desvelar algunos de los muchos misterios de su funcionamiento. Actualmente, este resurgimiento del interés por el potencial de los hongos en el cerebro se encuentra en pleno desarrollo y muchos investigadores contemporáneos apuestan por ellos como el futuro de la medicina.
Los estudios más recientes se centran en los efectos que producen los hongos en el sistema nervioso, en particular la psilocibina, una sustancia química alucinógena presente en los hongos mágicos o alucinógenos, que Pollan estudió de primera mano y de manera fascinante en su último libro que se titula Cómo cambiar tu mente.
A medida que la ciencia avanza, los investigadores buscan formas de emplear los hongos medicinales (o "mágicos") para tratar enfermedades como la ansiedad, la depresión, la adicción y otras dolencias mentales. Paul Stamets, uno de los micólogos más importantes del mundo, ha contado públicamente su historia personal sobre cómo superó la tartamudez de por vida después de vivir una experiencia con estos hongos mágicos.
Lo que demuestran los resultados es que los compuestos activos de los hongos desestabilizan y reconfiguran las redes neuronales o los neurotransmisores. Actualmente, se está examinando cómo podemos utilizar de forma terapéutica ese proceso de desestabilización en beneficio de muchas enfermedades mentales.
La melena de león (Hericium erinaceus) es uno de los principales hongos culinarios beneficiosos para el cerebro, sobre todo en lo referente a la memoria, la capacidad intelectual y la claridad. Un investigador japonés descubrió en 1993 que los hongos estimulan la regeneración de los nervios, por lo que podría emplearse en el tratamiento del Alzheimer, enfermedad para la que no tenemos más remedios. La Universidad del Sur de Florida (University of Southern Florida, en inglés) realizó un estudio en ratones que se trataron con psilocibina (compuesto presente en los hongos mágicos) y esto les permitió superar la situación de miedo. Después de administrarles psilocibina, no utilizaban las mismas vías que antes. Se demuestra así que el cerebro tiene una plasticidad para curarse y crecer, solo necesita los compuestos adecuados para ayudarle a crear las vías neurológicas correctas. Los hongos podrían tener este compuesto.
Si miramos el aspecto que tienen los hongos frescos de melena de león, rápidamente entendemos el porqué de su nombre. Su sabor a la brasa es increíble y su textura es casi como un trozo jugoso de pollo o pescado. También puedes optar por la vía culinaria y cocinarlos para disfrutar de su delicioso sabor umami. Sin embargo, si buscas comodidad y prefieres obtener el mayor beneficio posible de estos hongos, es mejor consumirlos en una de sus versiones extraídas, es decir, como polvo o tintura, que puedes añadir a las bebidas, como el café matutino. De hecho, algunas de sus variedades no son lo suficientemente tiernas como para cocinarlas, por lo que necesitan ser extraídas para el consumo humano. Si añades extractos de hongos al café o té, no solo obtienes un sabor delicioso, sino que también mejorarás tu salud con tan solo seguir tu rutina diaria.