POR: Camila Loew
Al igual que el té, los hongos son un alimento muy antiguo y se utilizan desde hace miles de años en Asia Oriental debido a sus propiedades medicinales. Los médicos de Asia Oriental saben desde hace tiempo que los hongos medicinales mejoran y protegen los mecanismos de defensa innatos del organismo. Por ello, tal vez sean diferentes a lo que tenemos en la medicina occidental, donde todo va dirigido a detectar los microorganismos de la enfermedad y limitarlos o destruirlos. Eso, por supuesto, es importante, pero no hacemos casi nada para fomentar lo más esencial, es decir, la prevención.
Al igual que con el té, aunque los hongos son milenarios, existen cada vez más estudios científicos que están sacando a la luz los beneficios para la salud de los compuestos activos presentes en estos. Por fin, la ciencia moderna se está poniendo al día con aquello que los curanderos tradicionales sabían desde hace ya mucho tiempo.
Los hongos, fruto del micelio, se conocen por ayudar a combatir el estrés, la digestión y el microbioma, los sistemas inmunitario y endocrino y el cerebro, entre otras funciones. Al igual que algunas hierbas de las que has oído hablar (como la ashwaganda, el tulsi o la maca), los hongos funcionan como adaptógenos, es decir, hacen que nuestro cuerpo sea más resistente y se adapte a las situaciones de estrés que nos rodean, ya sean físicas, químicas o biológicas. Como adaptógenos, son capaces de encontrarte donde estés y de ayudarte a impulsarte en la dirección correcta. Si estás emocionado y frenético, te ponen los pies en la tierra; si estás flojo y cansado, te equilibran la energía.
Michael Pollan, escritor y periodista, describe en su libro Cómo cambiar tu mente, publicado en 2018, el resurgimiento del interés por los hongos mágicos, después de una fase de inactividad de cuatro décadas tras el interés de la contracultura durante el año 1960. Pollan señala un fascinante reencuentro entre lo que tradicionalmente se ha considerado opuesto e incompatible: ciencia y espiritualidad. Esta unión inesperada ante los hechos tangibles y las experiencias místicas fuera de la mente es solo una de las áreas en las que la investigación sobre los hongos es contemporánea, intrigante y prometedora.
Los hongos, que no son ni plantas ni animales, constituyen un reino propio. Existen más de 1,5 millones de especies diferentes. Unos veinte mil de ellos producen las setas, que presentan una gran variedad de formas, colores y estilos de vida. Todavía desconocemos muchas cuestiones sobre los hongos, pues son una verdadera frontera del conocimiento. Sin embargo, lo que sí sabemos es que tienen una capacidad increíble para hacer que las situaciones cambien muy rápido, y por ello, tienen el potencial de ayudarnos a mejorar nuestra salud (y la salud del planeta) de diferentes formas y todas ellas beneficiosas.