POR: Camila Loew
Este tipo de conocimiento es, quizás, tan antiguo como nuestro planeta. El cambio es lo único que es constante en nuestras vidas. Nuestro cuerpo (y mente) está ajustándose de forma permanente a sucesos, circunstancias y fenómenos que ocurren dentro y fuera de nuestro entorno. El flujo del cambio es el camino hacia el equilibrio y la armonía. Nadie como la medicina tradicional china lo entendió mejor.
Seguramente habrás escuchado los términos yin y yang muchas veces. Estos son la base de toda la dialéctica y teoría sintética de la medicina tradicional china. Aquí nos centraremos específicamente en la teoría del yin y yang que trata sobre la transformación, ya que describe todos los procesos orgánicos.
De acuerdo con esta teoría, hay dos tipos de transformaciones. Por un lado, cambios armoniosos que suceden naturalmente, como los cambios de estaciones, los períodos de vida o incluso algo como el proceso de respiración; y, por otro, las transformaciones repentinas, las que se consideran como cambios disonantes. Si las cosas están en equilibrio, las transformaciones ocurren de forma fluida, sin ningún tipo de problema. Estos tipos de cambios armoniosos y transformaciones son equivalentes a lo que sucede con nuestra salud.
Sin embargo, cuando hay un desequilibrio y las transformaciones ocurren de forma drástica, esto es un síntoma de disonancia. Si las cosas no están bien compensadas, pueden terminar en trastornos. Esto es fácil de entender con un simple ejemplo de la vida cotidiana, debes descansar tras hacer actividades. Si trabajas demasiado o no descansas lo suficiente, tu cuerpo se encuentra en desequilibrio, por lo que no podrá hacer sus funciones de rehabilitación. Si este desequilibrio se mantiene de forma prolongada, habrá consecuencias negativas. Lo que puede ocurrir es una transformación gradual (descansar) o algo radical (como una enfermedad).
Este tipo de comportamientos básicos es lo que vieron los primeros sanadores chinos, lo que llevó a la teoría del yin y yang. En palabras del poeta Lao Zhu:
Para contraerse, es necesario expandirse primero.
Para debilitarse, es necesario fortalecerse primero.
Para destruir algo, es necesario fomentar algo primero.
Para agarrar algo, es necesario dar algo primero.