POR: Camila Loew
La medicina tradicional china, en su perspectiva sobre la cercana interrelación entre los seres humanos y el mundo natural, puede enseñarnos importantes lecciones sobre cómo puede uno adaptarse a lo largo del año. La vida está, después de todo, llena de momentos impredecibles y que están en un cambio constante. Una buena salud y bienestar pueden ser definidos del mismo modo. Cuando fallamos en adaptarnos, caemos enfermos.
Esto puede ser algo instintivo, piensa en por qué tenemos cambios emocionales cuando pasan las estaciones del tiempo. Cuando es primavera, tendemos a ser más motivados y abiertos a empezar nuevas actividades. Cuando empieza a hacer frío, somos más cerrados, reflexivos y observadores.
Desde una perspectiva física, podemos adaptarnos al ciclo de las estaciones cambiando hábitos en nuestro estilo de vida, a través de la dieta y comenzando a hacer ejercicio. Ambas cosas deben ser ajustadas según la estación y el tiempo en el que te encuentres. Es obvio que debemos comer y movernos cada día, pero la frecuencia con la que realizamos dichas acciones varían a lo largo del año, por lo que es necesario adaptarse a las condiciones que se nos presentan.
Si logramos sintonizar con el ciclo estacional, podremos encontrar el equilibrio y la armonía, haciéndonos más resistentes a las adversidades que nos enfrentemos. Por ejemplo, en los meses fríos no es recomendable comer muchas ensaladas o comida cruda, ya que puede debilitar nuestro sistema inmune. La razón es porque la comida cruda requiere más energía para ser digerida. Cuando cocinamos bien nuestra comida, aceleramos el proceso de digestión, agilizamos dicho proceso para nuestro sistema digestivo. Piénsalo, es bastante instintivo. ¿No tomarías sopa caliente en verano, verdad? ¿O helado en invierno? Si haces esto, habrá un desequilibrio en tu cuerpo que se deberá tratar de inmediato.
Nuestro cuerpo es el reflejo de la naturaleza, aunque seamos conscientes de los cambios de estaciones, debemos reaccionar y adaptarnos según estas a nuestros niveles de energía, estados de ánimo, emociones, etc. En la antigüedad se entendió que el cambio es constante. Si queremos controlar nuestra salud, debemos estar atentos a los cambios y reaccionar bien a ellos para conseguir el equilibrio y la resistencia ideal.